Cuánto trabajo costó a nuestras autoridades municipales, desde la época del ingeniero León Febres-Cordero cuando fue alcalde hasta la actual administración, educar a una ciudad que estaba caotizada por el desorden y la basura, debido a la “herencia” de políticos indolentes a quienes no les había interesado el bienestar de los guayaquileños, por lo que hicieron de nuestra Perla del Pacífico un verdadero botadero.
Y ahora que nuestra Guayaquil ya fue regenerada, vemos con indignación cómo quieren volver a caotizarla. Y los asambleístas, alejándose de las actividades para las que fueron elegidos (¡hacer la nueva Constitución, nada más!), decidieron dar carta abierta a los vendedores ambulantes para que se tomen las calles de la ciudad y así volver a la desorganización de antes. Pero los guayaquileños no lo vamos a permitir.
Soraya Valdiviezo Moscoso
Guayaquil
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Esto de permitir que los fogoneros, carretilleros y no sé cuántos más vendedores ambulantes se tomen las calles y sus aceras para vender lo que les dé la gana no es más que un asunto netamente politiquero con interés de captar a esos votantes en las próximas elecciones populares
Con tal de tener gente a la cual complacer y permitirles que ensucien, desordenen y dañen la regeneración de Guayaquil, a cambio de que voten por ellos (por los que les dan ese permiso de caotizar), no les importa hacer daño a una urbe que hoy luce hermosa, ni a sus habitantes guayaquileños que se sienten orgullosos de las obras municipales urbanas
Por eso alzamanos de Montecristi, obedeciendo a su patrón, lanzaron el mandato de que todo informal puede instalarse en Guayaquil y “ganarse la vida”; cuando lo que quieren ganar de ellos, utilizándolos, son sus votos y nada más, porque no les darán trabajo ni les mejorarán sus vidas.
Con este problema y otros como el de quitar fundaciones, instituciones cívicas, de tránsito y más a Guayaquil, pretenden hostigar al Alcalde, pero se olvidan de que cientos de guayaquileños verdaderos apoyamos su gestión de regeneración y les daremos en la cara y los dientes el día de las elecciones, en las urnas. Ya verán esos malos ecuatorianos, malos guayaquileños, enemigos acérrimos de Guayaquil, a los que tenemos bien identificados.
Fernando Carrión
Guayaquil
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