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Betty, la hermosa y María Paola, la ruptura, examinaban en el congresillo,
para ver cómo podía ser incorporada a la tipificación del odio y el robo de celulares, c
omo contravenciones .
Betty, la amorosa, cantaba: Trabajamos como dos locomotoras a todo vapor/
y olvidamos que el amor/
es más fuerte que el dolor/
que envenena la razón/
Somos víctimas así de nuestra propia tonta creación/
y olvidamos que el amor/
es más fuerte que el dolor/q
ue una llaga en tu interior/.
De pronto, el encantamiento jurídico se quiebra e irrumpe bruscamente el fantasma encarnado del viejo luchador, el ilustre abogado, don Rafael Estévez,
vestido todo de blanco,
y Betty, la generosa, que por orden de SM .va a regalarnos $18 mensuales de nuestra propia plata,
pierde los estribos y le sacude la bufanda Pachacutik, al viejito de barba blanca,
en cumplimiento estricto de la normativa que ella y María Paola acaban de dictar sobre el amor y el odio .
Don Estévez, dolido en extremo,
y de acuerdo a los gustos también de su generación,
a boca descocida entona la siguiente canción:
"Odiame por piedad yo te lo pido/
Odiame sin medida ni clemencia/
Odio quiero más que indiferencia/
Porque el rencor hiere menos que el olvido./
Si tu me odias quedaré yo convencido/
De que me amaste, mujer, con insistencia/
pero ten presente de acuerdo a la experiencia/
que tan solo se odia lo querido/
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