Por Carlos Vera Rodríguez
O roba a viejos. Da igual. Esa es una de las políticas propuestas como parte de las reformas a las leyes de Seguridad Social enviadas por Correa a sus comisionados. Les roban parte de la pensión a los jubilados por vejez que han decidido o podido volver a trabajar porque su jubilación es insuficiente; porque todavía tienen capacidad de producir; porque aspiran a más o, simplemente, el ocio los mata.
O roba a viejos. Da igual. Esa es una de las políticas propuestas como parte de las reformas a las leyes de Seguridad Social enviadas por Correa a sus comisionados. Les roban parte de la pensión a los jubilados por vejez que han decidido o podido volver a trabajar porque su jubilación es insuficiente; porque todavía tienen capacidad de producir; porque aspiran a más o, simplemente, el ocio los mata.
Por lo que sea, su motivación es legítima. Pero, sobre todo, es generada por una pensión miserable, tras recibir en su mayoría un sueldo de hambre durante tres décadas, que apenas bastó para lo básico.
Y eso que toda la familia usualmente trabajó, no solamente la cabeza o la pareja, como ocurre en ciertos países europeos de los cuales el descontrolado capataz de Carondelet traslada sus conceptos.
El casarse con una belga no lo faculta a creer que todo es como Bélgica. Ni el estudiar allá. Ni el contratar cocinero belga para el palacio en que vive. Ni el tener un suegro belga, que según declaró su yerno en la insultadera sabatina del 27 de diciembre pasado, recibe una pensión de 2 000 euros –o sea, casi USD 3000- tras retirarse como coronel-comando.
Aun en Bélgica, esa es una jubilación decente. Aquí, su equivalente recibe tres o cuatro veces menos. Y a ese sujeto, Correa propone robarle legalmente –allí está la argucia- el 40% de lo correspondiente a lo que le paga el Estado, a cuenta de que quien reingresa al mercado laboral ya no debe percibir los beneficios de quien se retiró de él… ¡como en Bélgica!
Descomunal estupidez. Pero no es la única. Algo turba la cabeza del genio, cuyos momentos de lucidez cada vez son menores para dar rienda suelta a un descontrol que solo atina a expresar en insultos y calumnias, cuando todo debería ser complacencia o indiferencia en quien se regodea con su 70% de aceptación.
Ante lo escandaloso del robo a los pobres mientras muchos ricos adulones del poder se asocian a él, algunos de sus incondicionales ya han propuesto moderar el atraco: que no se les descontará a quienes reciban de pensión hasta USD218; que el robo del 40% solo será sobre el saldo de quienes reciban más de USD500; que por lo tanto, a un jubilado con una pensión de USD900 solamente se le quitará –léase robará- USD160, aproximadamente y recibirá USD740. ¡Gran cosa!
No importa cuánto le mermen a un jubilado, eso es un derecho ganado. ¿Por qué no le cobran USD 800 millones a las empresas que nunca pagaron el famoso 99% del excedente en las rentas petroleras al Estado?
¿Por qué se dejaron robar el campo Palo Azul por los Isaías y sus socios, cuando Alberto Acosta y una comisión probaron que ese no era un campo compartido?
¿Por qué no les cobran los USD478 millones a 40 empresas enjuiciadas por evasión?
Se desquitan con los más viejos. Pero no son pendejos. Ni nos tratará así a los demás.
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