Lo que ocurrió el pasado domingo durante las elecciones primarias de candidatos del movimiento del Gobierno, Alianza País, no tiene precedentes en la historia democrática del Ecuador. El tema no se refiere al ejercicio interno de un partido político para escoger sus postulantes, que sí ha ocurrido antes, como el caso de la Izquierda Democrática, que realizó primarias para escoger su candidato presidencial. El asunto toma ribetes inéditos por el cúmulo de irregularidades nunca antes vistas en ningún tipo de sufragios, lo que deja en claro que muchos de los que integran y ejecutan la revolución ciudadana son políticos dispuestos a emplear recursos de toda índole para conseguir sus objetivos. En esta ocasión fueron tales las artimañas utilizadas que hasta las trampas usuales de la denominada partidocracia se quedaron cortas. Padrones de electores sin definir, comicios suspendidos en algunas ciudades, papeletas sin las fotos de candidatos, ciudadanos que votaron hasta cinco veces, proselitismo el mismo día de las elecciones, menores de edad en las Juntas Receptoras del Voto, chantajes a los ciudadanos para que acudan a votar so pena de perder sus bonos de Desarrollo y de Vivienda, violencia en los escrutinios, son solo algunas de las denuncias hechas de parte de los propios integrantes del partido de Gobierno, que se han sentido estafados con este proceso.
La primera excusa es que se trata de un procedimiento novedoso y que el mayor mérito es aplicarlo. El argumento no es tan válido cuando se han detectado no solo fallas de organización sino herramientas típicas de fraude. El Gobierno, en lugar de liderar una investigación profunda para detectar a los responsables, prefiere bajar el tono de las denuncias y hasta sancionar a sus militantes que se atrevieron a desnudar las anormalidades. Ya apareció el primer castigado, pero más por cuestiones de su pésima educación transmitida por los medios de comunicación, que por asuntos de fondo. Esas sanciones están pendientes. Todo esto con el agravante de que el Estado financió con recursos públicos las primarias de Alianza País. Con los resultados ya vistos, a lo que se añade, en algunos casos, la escasa asistencia de ciudadanos a participar de este proceso, pues por ejemplo, en Guayas no acudieron ni el 1% de empadronados en esa provincia. Por eso llama más la atención que algunos funcionarios del Gobierno proclamen como exitoso todo este enredado remedo de democracia interna. No puede calificarse así a unos hechos que han llenado a todo el país de vergüenza y tal vez hubiese sido mejor que se haga lo que ahora se está haciendo, al apuro, para completar los candidatos: escogerlos a dedo. Así se evitaban papelones costeados por todos los ecuatorianos.
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