Por Editorial Diario El Comercio
Sería un error tomar al pie de la letra el descontrol que experimentó el Presidente en la cadena número 100 del sábado pasado. Es obvio que un cambio tan radical del escenario económico afecta a su estrategia fundamentada en el gasto público y destinada a una transformación del Estado sustentada sobre una gran adhesión popular. Por eso, las amenazas de prisión o la decisión de no vetar los exabruptos legislativos del ‘Congresillo’, por duros que parezcan, no deben ser considerados una actitud represiva o irresponsable sino la expresión de incertidumbre frente a la magnitud de un fenómeno que amenaza con echar por la borda las ingenuidades de un proyecto político.
Sería un error tomar al pie de la letra el descontrol que experimentó el Presidente en la cadena número 100 del sábado pasado. Es obvio que un cambio tan radical del escenario económico afecta a su estrategia fundamentada en el gasto público y destinada a una transformación del Estado sustentada sobre una gran adhesión popular. Por eso, las amenazas de prisión o la decisión de no vetar los exabruptos legislativos del ‘Congresillo’, por duros que parezcan, no deben ser considerados una actitud represiva o irresponsable sino la expresión de incertidumbre frente a la magnitud de un fenómeno que amenaza con echar por la borda las ingenuidades de un proyecto político.
Entonces, para aliviar la incomodidad y el desconcierto que genera la ira presidencial, es necesario destacar algunos elementos que compensan las draconianas advertencias: acepta la gravedad de la crisis; parece estar decidido a recortar el enorme gasto gubernamental y, por primera vez, espulga los vicios burocráticos del sindicalismo público, incluso los corporativos de las Fuerzas Armadas. Obviamente, no toca al IESS porque su Gobierno va a ser beneficiado de una inversión que ojalá no sea pagada con títulos estatales que rememoran la burlesca y dañina experiencia de los ‘patacones’ argentinos.Afecta a la democracia la advertencia de prisión de un mandatario supuestamente respetuoso del orden jurídico constitucional hecha a la medida de su proyecto; pero la amenaza en política es una careta muy distante a su ejecución, salvo que cunda la desesperación ante la incapacidad de conducir al país en una inesperada tormenta.
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