Francisco Febres Cordero
Creo que el Gobierno, antes de comenzar su campaña por el Sí, debería emprender una campaña por el No. Si esa campaña es exitosa, después sí puede ganar el Sí. Y si no, no.
Es que la campaña por el Sí me parece, francamente, un poquito anticipada. Si todavía no hay Constitución, ¿cómo va a pedir el Gobierno que votemos por algo que no existe? En cambio, el No sí es algo real, concreto, tangible.
Por ejemplo, la primera campaña por el No en que el Gobierno debería empeñarse es en la propaganda. ¡Qué bestia, cómo hace propaganda!Nos va a coger agotados cuando, en la campaña por el Sí, nos diga todas las maravillas que ha logrado. ¡Chuta, otra vez lo mismo!, hemos de pensar cuando nos bombardee para convencernos de que la nueva Constitución es lo último en guarachas. En cambio, si ahora hace una campaña por el No propaganda, cuando venga el Sí todo ha de ser novedad, sorpresa, encanto. En su lugar puede emplear los ingentes recursos que gasta en publicidad en otras cosas más útiles, como en los nuevos aviones y helicópteros en que está empeñado, por ejemplo. ¡Qué ilusión que tengo de eso! Ojalá que cuando los traigan, el Tribunal Supremo Electoral convoque a la población a darse una vuelta, para lo cual puede utilizar los mismos padrones que tiene a fin de que no haya desorden ni favoritismo. Digo, porque cuando lleguen, han de venir con la consigna de que ahora los aviones y los helicópteros ya son de todos y, por lo tanto, todos merecemos estrenarlos. Portaranse bien cuando les toque el turno y no apretarán ningún botón, porque puede ser el del asiento eyector o, peor, del inyector. No se marearán, tampoco ni le pedirán al piloto que en la siguiente curva pare para vomitar, porque eso en aeronáutica es bastante mal visto.
Otra campaña por el No que debe emprender el Correa es a la insultadera. Híjoles, pero esa sí va a ser un poco más difícil y va a afectar durísimo. No pues solo al Gobierno, sino a nosotros, que hemos de sentir rarísimo que el Correa no tome en cuenta a los diversos actores sociales para eyectarles onde se paran las moscas y, a su vez, ha de producir en los actores sociales un sentimiento de abandono, de olvido, de desolación. Pobres periodistas, por ejemplo. Ya me dio pena. ¡Cómo van a extrañar que los desacredite! Y pobres emigrantes. En el próximo viaje, por ejemplo, ya no le ha decir a nadie que es un idiota; tonces los emigrantes, al no ser tomados en cuenta, se han de sentir mucho más lejos de su patria, más íngrimos, más desprotegidos. Igual, los economistas. Y los banqueros. Y los políticos insomnes de la larga noche neoliberal. Y los de la Conaie. Y los ignorantes y estúpidos que no pertenecen a Alianza PAIS. Y todos mismo se han de poner tristísimos. Pero bueno, eso será hasta que gane el Sí. Después puede retomar su campaña de insultos con toda solvencia.
Otra campaña por el No creación de nuevos ministerios también puede emprender, con gran éxito. Porque, hasta que gane el Sí, ya van a llegar a los cien, creo
Y así, pues, con una buena campaña por el No, tal vez el Correa logre que, a la hora de la hora, gane el Sí. O por lo menos que empate.
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