Por Hernán Pérez Loose*
Mr. Lengua no perdona que gente de su movimiento haya firmado un acuerdo político con la oposición sobre ciertas áreas claves de la futura ley de medios de comunicación. Para Mr. Lengua, eso fue inaudito, si él es el único que manda. Arribar a un consenso mínimo con la oposición implica ciertamente un grado de madurez que no se había visto en este país en décadas. Como se recordará, en el pasado, los Reyes del Mambo llegaban a acuerdos parlamentarios pero a punta de contratos colectivos, aceras, parterres y bordillos. Pero si el acuerdo político sobre la ley de medios es un hecho histórico, igualmente histórico es el afán de Mr. Lengua de desbaratar ese acuerdo. El cierre de Teleamazonas y Arutam buscaba también cerrarles la boca a quienes, en su movimiento, se atrevieron a pensar.
Los próximos días nos dirán si el acuerdo sobre la ley de medios de comunicación podrá sobrevivir la paranoia de Mr. Lengua. Para él, ese compromiso es un atisbo, aunque sea mínimo, de que comienzan a percibirlo como un obstáculo para instaurar una democracia basada en la ley y el diálogo y no en los caprichos de un demagogo mediocre que ha demostrado suprema incompetencia. Para Mr. Lengua, si hay algo que funciona bien y no es de su autoría -y, de eso, ciertamente hay muy poco, ese algo hay que boicotearlo y destruirlo. Por eso, no perdona que la administración de Nebot sea exitosa y que Guayaquil haya cambiado tanto. De allí, su empeño en destruir esos logros.
Mr. Lengua no perdona obviamente las críticas. Su modelo de prensa es el que practican los medios que él controla. Una prensa que informe únicamente la verdad oficial y que jamás dude de esa verdad, que no se atreva a hacer conjeturas o a elaborar sobre supuestos; como le acaba de suceder a Teleamazonas: sancionada porque su información no coincidió con la verdad oficial. (¿Se imaginan al Washington Post deteniendo sus reportajes sobre Watergate hasta que Richard Nixon confirme su "veracidad"? Bueno, ese el periodismo que Mr. Lengua quiere imponernos...).
Pero Mr. Lengua sí perdona algunas cosas. Perdona, por ejemplo, que al país se lo lleven en peso Chávez, unos chinos y ciertos pandilleros, todos ellos arropados bajo decenas de contratos a dedo, emergencias eternas y tragamonedas. Si ayer asaltaron al país unos supuestos neoliberales, hoy lo hacen unos proclamados socialistas. "Haz algo, Washington
", exclamó cándidamente el Contralor días atrás, refiriéndose al ministro fiscal general. Mr. Lengua ha perdonado también a la Corte Constitucional por haber liberado al violador de una menor bajo el argumento de que la violación fue un "delito político" -después de todo, la niña no era su hija, ni hija de ninguno de los de su círculo-, y, como prueba de su misericordia, dio al presidente de ese alto organismo, supuestamente independiente del Ejecutivo, un espacio en su última insultadera sabatina para que conteste públicamente al cuestionamiento de un periodista. Esa es la revolución de Mr. Lengua.
*Diario El Universo
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