Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Otra de las ridiculeces del proyecto de Ley de Comunicación es que un alto porcentaje de lo que transmiten televisiones y radios debe ser “made in Ecuador”. Nuevamente, como tantas veces, el Gobierno buscando limitar nuestra libertad.
Según el proyecto, los canales de TV deben incluir progresivamente al menos el 40% de producción nacional en su programación diaria, y las radios un mínimo del 50% de música producida, compuesta y/o ejecutada en Ecuador.
Traducción: tendremos nuevos burócratas con la altiva y nacionalista misión de vigilar que no falte una buena dosis de technofolclore-andino en las radios y ‘Mi Recinto’ en la tele. De lo contrario, papá Estado castigará a los medios desobedientes.
A mí me gustan ciertas canciones y programas locales. Pero es mi decisión escucharlas o verlos. No le corresponde al Estado y sus burócratas meterse en nuestras decisiones individuales.
La culpa es nuestra. Del paternalismo incurable de nuestra población. ¿Qué es lo primero que dice nuestro típico artista nacional cuando lo entrevistan? Se queja del poco apoyo que recibe del Estado. ¿Desde cuándo el Estado debe ser su mánager?
Cada uno trata de palanquearse privilegios. Apoyamos el libre mercado y el libre intercambio de bienes e ideas hasta que tocan nuestro sector. Ahí sí gritamos “¡que el Estado me proteja!” El zapatero local quiere libertad para comprar. Eso sí, ¡que le claven un buen arancel a los zapatos chinos! La aerolínea local quiere libertad en los negocios. Eso sí, ¡que impidan que entren aerolíneas extranjeras a competir! Y ahora muchos artistas, que seguro prefieren comprar sus guitarras, discos y ropa libremente, sin restricciones ni aranceles, piden que se “proteja” al artista nacional con la imposición de estas ridículas cuotas.
Según este Diario, la Sociedad de Autores y Compositores Ecuatorianos impulsó este proyecto. Su presidente dijo que esto responde a lo “golpeado que está el sector” entre otras cosas por “la falta de nacionalismo”.
¿Falta de nacionalismo? ¿Acaso demostramos más nacionalismo porque bailamos al ritmo de Fausto Miño o nos emborrachamos escuchando pasillos? ¿Tienen algo que ver nuestros gustos musicales con el amor por el país? Y si vamos más allá: ¿acaso le corresponde al Estado controlar cuánto queremos a nuestro país? ¡Somos libres! ¿No entienden eso? Esa palabrita, nacionalismo, siempre aparece para justificar ataques a la libertad.
¿Quiere el Gobierno apoyar a los artistas ecuatorianos? Adelante. Ofrezca incentivos, no cuotas o castigos. Pero que no limiten nuestra libertad. Que no desperdicien nuestra plata en burócratas censores decidiendo por nosotros lo que es bueno.
Los gremios de artistas deberían demostrar que son abiertos y cosmopolitas, como todo buen artista, oponiéndose a este proyecto de ley. ¿Acaso ellos no crecieron artísticamente escuchando y viendo libremente a artistas y programas extranjeros? ¿Qué derecho tienen para imponernos sus creaciones locales por encima de lo venido de otros lugares?
Estas cuotas dizque nacionalistas no apoyan el arte ecuatoriano. Vuelven cómodo al artista al saber que los medios están obligados a contratarlo. Y le restan valor a las creaciones locales al convertirlas en una imposición.
Aquí, como en todo lo demás, es el talento y esfuerzo personal lo que hará triunfar a nuestros músicos, actores, directores, artistas.
Según el proyecto, los canales de TV deben incluir progresivamente al menos el 40% de producción nacional en su programación diaria, y las radios un mínimo del 50% de música producida, compuesta y/o ejecutada en Ecuador.
Traducción: tendremos nuevos burócratas con la altiva y nacionalista misión de vigilar que no falte una buena dosis de technofolclore-andino en las radios y ‘Mi Recinto’ en la tele. De lo contrario, papá Estado castigará a los medios desobedientes.
A mí me gustan ciertas canciones y programas locales. Pero es mi decisión escucharlas o verlos. No le corresponde al Estado y sus burócratas meterse en nuestras decisiones individuales.
La culpa es nuestra. Del paternalismo incurable de nuestra población. ¿Qué es lo primero que dice nuestro típico artista nacional cuando lo entrevistan? Se queja del poco apoyo que recibe del Estado. ¿Desde cuándo el Estado debe ser su mánager?
Cada uno trata de palanquearse privilegios. Apoyamos el libre mercado y el libre intercambio de bienes e ideas hasta que tocan nuestro sector. Ahí sí gritamos “¡que el Estado me proteja!” El zapatero local quiere libertad para comprar. Eso sí, ¡que le claven un buen arancel a los zapatos chinos! La aerolínea local quiere libertad en los negocios. Eso sí, ¡que impidan que entren aerolíneas extranjeras a competir! Y ahora muchos artistas, que seguro prefieren comprar sus guitarras, discos y ropa libremente, sin restricciones ni aranceles, piden que se “proteja” al artista nacional con la imposición de estas ridículas cuotas.
Según este Diario, la Sociedad de Autores y Compositores Ecuatorianos impulsó este proyecto. Su presidente dijo que esto responde a lo “golpeado que está el sector” entre otras cosas por “la falta de nacionalismo”.
¿Falta de nacionalismo? ¿Acaso demostramos más nacionalismo porque bailamos al ritmo de Fausto Miño o nos emborrachamos escuchando pasillos? ¿Tienen algo que ver nuestros gustos musicales con el amor por el país? Y si vamos más allá: ¿acaso le corresponde al Estado controlar cuánto queremos a nuestro país? ¡Somos libres! ¿No entienden eso? Esa palabrita, nacionalismo, siempre aparece para justificar ataques a la libertad.
¿Quiere el Gobierno apoyar a los artistas ecuatorianos? Adelante. Ofrezca incentivos, no cuotas o castigos. Pero que no limiten nuestra libertad. Que no desperdicien nuestra plata en burócratas censores decidiendo por nosotros lo que es bueno.
Los gremios de artistas deberían demostrar que son abiertos y cosmopolitas, como todo buen artista, oponiéndose a este proyecto de ley. ¿Acaso ellos no crecieron artísticamente escuchando y viendo libremente a artistas y programas extranjeros? ¿Qué derecho tienen para imponernos sus creaciones locales por encima de lo venido de otros lugares?
Estas cuotas dizque nacionalistas no apoyan el arte ecuatoriano. Vuelven cómodo al artista al saber que los medios están obligados a contratarlo. Y le restan valor a las creaciones locales al convertirlas en una imposición.
Aquí, como en todo lo demás, es el talento y esfuerzo personal lo que hará triunfar a nuestros músicos, actores, directores, artistas.
Aquí, como siempre, la libertad es la mejor opción.
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