Manuel Ignacio Gómez Lecaro
“Era una cuestión de interés nacional”, dijo el compositor chino Chen Qigang, para justificar el habernos hecho creer a millones de espectadores alrededor del mundo que Lin Miaoke, la linda chinita del vestido rojo, cantaba realmente la Oda a la Patria en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en Beijing.
Entre tantos impresionantes vestuarios, coreografías, música, bailes y escenografías, el ver y escuchar a esa niña sonriente fue uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia. Pero ahora resulta que ella no era la que cantaba. La voz le pertenece a otra chinita, algo gordita y con los dientes chuecos, que no era lo suficientemente bonita para los organizadores. Entre tantos millones de chinos no pudieron encontrar a la persona indicada. Y recurrieron al viejo truco de Milli Vanilly.
Parece una tontería, pero al hacer esto en un evento de tanta relevancia mundial, China le está diciendo al mundo que la imagen es todo. Lo que haya detrás de esa imagen es secundario. Se lo puede esconder y maquillar. La tierra se la barre debajo de la alfombra.
Un maquillaje similar nos pone nuestro Gobierno, para amagar y esconder sus deficiencias y los oscuros tiempos que vive el país. El otro día nos lo recordaba en su divertido monólogo Francisco Pinoargotti (se los recomiendo). Pinoargotti se burlaba de esa campaña que hace unos meses sacó el Gobierno –una de las muchas–, la que decía “Sonríe Ecuador, somos gente amable”. La campaña no duró mucho. Seguramente se dieron cuenta a tiempo de la ironía. Como decía más o menos Pinoargotti: no importa que la vida esté más cara, que no haya trabajo, que encuentres a tu mujer con otro, que este Presidente nos lleve a la ruina, si tenemos un gobierno que nos dice “sonríe, eres gente amable”.
Las últimas encuestas muestran que ese optimismo inicial que suele darse con los nuevos gobiernos ya se está perdiendo. Las expectativas de que las cosas mejorarán desaparecen. La preocupación por la falta de empleo, por los altos precios y el mal manejo del Gobierno crecen. No provoca sonreír ante el panorama del país. Por mucho que las campañas a favor de la nueva Constitución nos quieran pintar un mundo color de rosa, sabemos que nos venden pura imagen vacía. ¿Lo sabrá a tiempo la mayoría del país?
Se puede vender una falsa imagen por un tiempo. Pero tarde o temprano se conoce la realidad. Se la siente en los estómagos vacíos. Se la vive en una economía que no camina. Se la percibe en el aire estancado.
En este Gobierno del show, tarde o temprano el país sabrá lo que hay detrás del telón. La niña del vestido rojo nos sonríe. Pero cada día, más gente sabe que la voz no es de ella. ¿Por cuánto tiempo le servirá al Gobierno el show que tan bien ha sabido dirigir Vinicio Alvarado? ¿Cuánto tiempo lograrán hacer sonreír a una parte del país a base de cancioncitas, bonos y promesas?
Tal vez la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas no hubiese sido igual sin la niña del vestido rojo. Pero el papelón de los organizadores al ser descubiertos fue más grave. Al final todo se sabe y la realidad nos golpea.
...
Fuente: http://www.eluniverso.com/2008/08/14/0001/21/07A9A4AC3A8E4DB2B430D47DC8F73746.html
JUEVES | 14 de agosto del 2008 | Guayaquil, Ecuador
“Era una cuestión de interés nacional”, dijo el compositor chino Chen Qigang, para justificar el habernos hecho creer a millones de espectadores alrededor del mundo que Lin Miaoke, la linda chinita del vestido rojo, cantaba realmente la Oda a la Patria en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en Beijing.
Entre tantos impresionantes vestuarios, coreografías, música, bailes y escenografías, el ver y escuchar a esa niña sonriente fue uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia. Pero ahora resulta que ella no era la que cantaba. La voz le pertenece a otra chinita, algo gordita y con los dientes chuecos, que no era lo suficientemente bonita para los organizadores. Entre tantos millones de chinos no pudieron encontrar a la persona indicada. Y recurrieron al viejo truco de Milli Vanilly.
Parece una tontería, pero al hacer esto en un evento de tanta relevancia mundial, China le está diciendo al mundo que la imagen es todo. Lo que haya detrás de esa imagen es secundario. Se lo puede esconder y maquillar. La tierra se la barre debajo de la alfombra.
Un maquillaje similar nos pone nuestro Gobierno, para amagar y esconder sus deficiencias y los oscuros tiempos que vive el país. El otro día nos lo recordaba en su divertido monólogo Francisco Pinoargotti (se los recomiendo). Pinoargotti se burlaba de esa campaña que hace unos meses sacó el Gobierno –una de las muchas–, la que decía “Sonríe Ecuador, somos gente amable”. La campaña no duró mucho. Seguramente se dieron cuenta a tiempo de la ironía. Como decía más o menos Pinoargotti: no importa que la vida esté más cara, que no haya trabajo, que encuentres a tu mujer con otro, que este Presidente nos lleve a la ruina, si tenemos un gobierno que nos dice “sonríe, eres gente amable”.
Las últimas encuestas muestran que ese optimismo inicial que suele darse con los nuevos gobiernos ya se está perdiendo. Las expectativas de que las cosas mejorarán desaparecen. La preocupación por la falta de empleo, por los altos precios y el mal manejo del Gobierno crecen. No provoca sonreír ante el panorama del país. Por mucho que las campañas a favor de la nueva Constitución nos quieran pintar un mundo color de rosa, sabemos que nos venden pura imagen vacía. ¿Lo sabrá a tiempo la mayoría del país?
Se puede vender una falsa imagen por un tiempo. Pero tarde o temprano se conoce la realidad. Se la siente en los estómagos vacíos. Se la vive en una economía que no camina. Se la percibe en el aire estancado.
En este Gobierno del show, tarde o temprano el país sabrá lo que hay detrás del telón. La niña del vestido rojo nos sonríe. Pero cada día, más gente sabe que la voz no es de ella. ¿Por cuánto tiempo le servirá al Gobierno el show que tan bien ha sabido dirigir Vinicio Alvarado? ¿Cuánto tiempo lograrán hacer sonreír a una parte del país a base de cancioncitas, bonos y promesas?
Tal vez la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas no hubiese sido igual sin la niña del vestido rojo. Pero el papelón de los organizadores al ser descubiertos fue más grave. Al final todo se sabe y la realidad nos golpea.
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Fuente: http://www.eluniverso.com/2008/08/14/0001/21/07A9A4AC3A8E4DB2B430D47DC8F73746.html
JUEVES | 14 de agosto del 2008 | Guayaquil, Ecuador
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