Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Hace poco más de tres años el entonces presidente Lucio Gutiérrez intentó desprestigiar y minimizar a los jóvenes que protestaban en su contra diciendo que eran solo un puñado de forajidos. Ese puñado era más grande de lo que Gutiérrez imaginó y poco tiempo después lo echaría fuera de Carondelet.
Este sábado, Rafael Correa se refirió a los estudiantes de la Universidad Católica de Guayaquil que protestaban en su contra y en contra del proyecto de Constitución, como unos pocos “majaderos”. Si sigue así, se asegurará que cada día sean más.
Al final de su cadena radial en la Universidad vino el anuncio de que afuera había estudiantes protestando en su contra. Ahí salió en escena ese lado de Correa que tanto daño le hace a este país. “Yo no voy a dejar ofender la majestad presidencial…”, dijo Correa, como advirtiendo que podría aplicar una vez más esa ley que le permite arrestar a quien lo “ofenda” en el camino. Y continuó muy al estilo Correa: “Así que chicos, ustedes resuelvan mismo el problema, ustedes son 400, los otros 50, díganle a esos majaderos que aprendan a ser democráticos...”.
Por lo visto, para Correa la democracia se basa en imponer la voluntad de la mayoría y en callarte la boca si eres minoría. Gran concepto de democracia socialista del siglo XXI. Pero no fue necesario que actúen los 400. La policía se encargó de hacerlo por ellos, abriendo espacio a golpes y patadas para que nadie pudiera ofender la majestad presidencial.
El Presidente incita a la violencia y a la vez su Ministro de Gobierno anuncia la prohibición de filmar o fotografiar muertos o heridos. ¿Coincidencia? Veamos: si un policía le parte la cara a un estudiante o hay un muerto producto de enfrentamientos, ese policía está obligado a impedir que se tomen fotos de la víctima. Porque la prohibición no va contra la publicación de las fotos que es lo que en teoría les importa. No, el Gobierno quiere asegurarse de que no existan esas fotos, no sea que acaben en internet. Aunque quién sabe, tal vez si el herido es considerado pelucón por el Gobierno, se hace la excepción para que le tomen la foto. Pues, como dijo el Ministro de Gobierno, con ese resentimiento tan correísta, existe “una especie de inequidad en la que solo los pobres salían exhibidos y no los ricos o pelucones”.
Si ser majadero es rechazar el autoritarismo, los abusos, la concentración de poder, y la imposición a como dé lugar de la ideología caduca de este Gobierno, entonces somos muchos los majaderos, y cada vez seremos más. Correa todavía tiene seducida a esa mayoría acostumbrada a votar por promesas vacías y demagogia. Esa mayoría que ayer votó por Bucaram y Gutiérrez. Pero tarde o temprano despertarán del letargo. Y cuando eso suceda ya no serán 50 ni 100 los majaderos. Serán más de los que Correa pueda contar. Salvo que cambie de actitud y entienda que su papel no es controlar y dirigir la vida de cada ecuatoriano, sino brindarle las garantías para vivir y trabajar en libertad. Pero de eso, hace tiempo que perdimos las esperanzas.
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JUEVES 21 de agosto del 2008 Guayaquil, Ecuador
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