Queridos Ricardo, Kintto y Rafael Q., habitantes del Palacio del turco Najas, gracias por el consejo que me dieran para mis vacaciones en Bélgica. "No te vayas, Rafico, en el Legacy ni te lleves a los granaderos de Tarqui y sus caballos, ni los cuatro por cuatro, ni a tus guardianes caribeños; allá no ha de haber muchos conspiradores, que digamos".
Y, a tiempo, Ricardo, que les mandaste el mail, porque el rey Alberto y la reina Paola habían estado listos para salir a recibirme a Zaventem. Tu mail decía que yo era un hombre sencillo y que lo único que deseaba era pasar unas vacaciones sin pelear con nadie y servirme unas "moules et frittes avec de la mayonaise y la moutarde de Dijon" y unos waffles avec du sucre (azúcar).
Sin embargo, apenas llegamos, se acercaron unos periodistas corruptos de La Libre Belgique y se atrevieron a preguntarme sobre cómo era la vida sexual en el socialismo del s. XXI. Y, cuando yo les dije que yo era el que soy, la noticia se regó, y me preguntaron si yo, que había resuelto el problema de La Concordia, podría resolver el conflicto entre wallones y flamencos y que les diera alguna de mis ideas para salir del euro y cerrar el Banco Central.
Las mañanas, salgo a trotar al bosque de La Cambre y, a veces, voy a misa para ver si alcanzo perdón por haber insultado al obispo de Esmeraldas.
Entre semana, fui a Lovaina y me encontré con que, en mi habitación, habían colocado una merecida placa: "Ici, les larmes, origine de la revoution citoyenne", "Aquí, están las lágrimas, origen de la revolución ciudadana".
Les llevo a todos los íntimos, como recuerdo, unos llaveritos con la efigie del "Mannenken pis", el hombrecito que hace pis en Bruselas, para ver si hacemos una réplica en Carondelet cuando nos traslademos al Eplicachima
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