Emilio Palacio
El hombre primitivo tiende a darle una enorme importancia a las coincidencias más extrañas. Ve pasar un gato negro y si muere en ese instante un amigo o familiar, sacará la conclusión de que los gatos negros traen mala suerte. A partir de allí, no recordará jamás al millón de gatos que antes se le cruzaron sin consecuencias mayores, pero cada vez que la “extraña coincidencia” se repita, el mito afianzará sus raíces en esa débil mente.
El científico, por el contrario, desconfía de las coincidencias. No come gatos negros. Exige pruebas, hechos objetivos, que demuestren ante todo los vínculos materiales que supuestamente existirían entre ambos acontecimientos. Y sin esas pruebas, descartará la “extraña coincidencia” como una vulgar superstición.
La Revolución Ciudadana, siguiendo el ejemplo del hombre primitivo, ha levantado toda su teoría del “golpe de Estado” sobre un montón de “extrañas coincidencias”.
Lucio Gutiérrez, por ejemplo, por una “extraña coincidencia” estaba ese día en Brasil. Pero en algún lugar tenía que estar, digo yo. ¿Por qué Brasil sería un lugar más “extraño” que otros? ¿Es que hay una lista de lugares “extraños” y otra de lugares a los que sí se puede visitar?
Otra “extraña coincidencia”, favorita de los voceros del Gobierno, es que el día de la rebelión policial se vio a Fidel Araujo en las afueras del Regimiento Quito Nº 1 con un celular.
En realidad, según Araujo, el asunto no tendría nada de extraño. Vive cerca del Regimiento Quito Nº 1, salió ese día temprano a hacer un depósito (tiene una papeleta para demostrarlo) y por supuesto llevó su celular, y cuando vio la protesta se acercó porque no soporta a este Gobierno, como millones de ecuatorianos.
Pero supongamos que además fue a apoyar el golpe. ¿Cuáles son las pruebas? La “extraña coincidencia” no basta. Haría falta mostrar las armas, los panfletos, las instrucciones o los planos que supuestamente llevó. Algo. Pero no hay nada.
Esta semana, uno de los canales del Gobierno reveló otra “extraña coincidencia”. En un programa que transmitieron el domingo y que luego han repetido, recordaron que la noche del 29 de septiembre, los asambleístas de oposición, por una “extraña coincidencia”, se reunieron en un hotel de Quito.
Según los asistentes, tampoco hubo allí nada de “extraño” porque vienen haciéndolo desde hace tres meses, luego de que consiguieron detener la Ley Mordaza. Ese pequeño éxito unitario los animó a actuar como bloque, y cada cierto tiempo se reúnen, como puede atestiguarlo la prensa.
Pero a los chicos del canal gobiernista esa explicación no los convenció, así que de algún modo consiguieron el video de las cámaras de seguridad del hotel (un hotel privado) que muestra a los asambleístas de oposición entrando y saliendo de los ascensores. Mostraron también la factura (un documento que no es público) de lo que consumieron. Además, la firma de la persona que pagó, y no me sorprendería si tienen hasta el número de su tarjeta de crédito. ¿Pero y sobre el contenido de la reunión? ¿Alguna intervención animando al golpe? ¿Algún texto incitando a la rebelión? Nada. La única demostración de que hubo una reunión golpista es… que la oposición se reunió.
Los jefes de la Revolución Ciudadana tienen acceso completo a nuestras vidas. Ni la intimidad de los hoteles privados escapa a su ojo vigilante. ¡Dios proteja a los amantes, las cámaras del Gran Hermano los miran!
Nos escuchan, graban nuestros movimientos, registran cada uno de nuestros actos. Pero ni así pueden demostrar lo que dicen. Son la Anti-Inteligencia. Lo único que tienen es el rastro de algunos gatos negros que más probablemente salieron a cazar ratones
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