Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Este martes, EL UNIVERSO organizó una cena entre los columnistas del Diario. Los temas políticos dominaron la conversación entre mis vecinos de página, como no podía ser de otra manera. Y en el tema electoral, en particular, salieron algunas observaciones interesantes.
Para empezar, será imposible tener elecciones en febrero. Hay un largo camino por recorrer. Se deben definir las nuevas reglas de juego, registrar todos los partidos y movimientos políticos e inscribir todos los candidatos. Luego viene el tiempo de campaña electoral. Además, se debe buscar un mecanismo para que voten los militares y empadronar a esos miles de jóvenes de 16 a 18 años que podrán sufragar. Y si a esto añadimos el complicado trabajo de organizar la elección para todas las dignidades, desde concejales hasta presidente, la cosa se pone color de hormiga. Mayo suena más real para votar.
Eso es una mala noticia para este Gobierno. Con el precio del petróleo bajando y una crisis mundial golpeando la billetera nacional. Con una Constitución que exige más derechos y gastos que el Estado no podrá pagar, y por los cuales distintos grupos protestarán. Con más fusibles en el Gobierno que se irán quemando con cada nalgada pública que les pega el Presidente. Con un partido de Gobierno que se irá resquebrajando entre choques de ideologías y forcejeos por candidaturas y puestos. Y con grupos políticos hoy afines a Carondelet que se van desencantando y separando, el panorama electoral no se ve tan alegre para el Gobierno como las últimas elecciones o como los comerciales sonrientes del Vicepresidente.
Con cada mes que pase hasta el momento de votar, la luna de miel con Carondelet se irá enfriando. Y como para complicarle más la vida al Gobierno, por ahí salió el chisme de la posible candidatura de un conocido personaje de la tele que tendría buena acogida
Y hablando de posibles candidatos presidenciales, algún vecino se preguntó si existe hoy en el país ese líder que realmente nos pueda conducir por un buen camino. Otro vecino argumentó que el fin en estas elecciones no es necesariamente buscar a ese único líder. Que no debemos poner toda la confianza en una persona. Se trata de fortalecer las instituciones de este país. Esas débiles instituciones que Rafael Correa se ha encargado de debilitar aun más. Hoy en día la única institución de este Gobierno es Correa. Sin él no hay Gobierno, ni partido, ni nada.
Entonces, en estas próximas elecciones debemos apuntar a que varios buenos candidatos lleguen a la Asamblea Nacional para hacerle contrapeso a este Gobierno y obligarlo a ser democrático. Que los nuevos asambleístas sean un freno al autoritarismo y personalismo de Carondelet y generen el necesario balance de poder. Vencer a este Presidente será muy difícil, incluso con candidatos que sorprendan en las encuestas. Se puede, al menos, limitar sus excesos.
No fueron muy optimistas los panoramas políticos y económicos que salieron de esta conversación de vecinos, más allá de potenciales emociones electorales. Pero al menos es bueno saber que todavía podemos reunirnos a hablar libremente y escribir en esta página lo que queramos. Y soñar con un país con mejores temas para conversar y escribir, que no sean la democracia pisoteada, la pérdida de libertad de quien no se inclina ante la majestad presidencial, o las ironías e insultos presidenciales del sábado.
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