Cartas al Director
La mañana del lunes 29 de octubre del 2012, imagino que muchos de “los cuatro pelagatos” (sic) que compramos con mucho gusto Diario EL UNIVERSO, lloramos de verdad por tan fatal noticia, mi amigo Tomas del Pelo viajaba de acá, al más allá.
En la larga trayectoria de mi vida jamás ha existido un humorista de tan excelente composición verbal, comentando la realidad social y política de forma singular en un juego de palabras, un discurso que aclaraba cuantos cuestionamientos que solo Tomás podía responder. Una especie de comunicación versus entretenimiento.
Cada sábado anhelante abría el Diario EL UNIVERSO para leer su columna porque me hacía llorar al revés, de tal manera que en ocasiones hasta mis lágrimas fluían.
Por algún motivo retiró su zapato; si bien la actual caricatura de su imagen es de un galán, extraño aquella con su calzado, que con solo mirarlo, yo sonreía porque a un montón de personas siempre les hizo calzar una arenga de caídas, resbalones, apretujones, etcétera, en torno a la verdad.
Me atrevo a catalogarlo como un filósofo del humor, un ser comprometido con su dogma para sus lectores. Te extrañaremos, Marcelo.
¡Ay, si supieras cuánto lamento tu partida! He recortado su última columna y los comentarios acerca de su persona, y los he colgado como tributo y adorno en la puerta de mi refrigeradora, parecería un absurdo, pero también es absurda su pronta partida.
Luisa Chunga Quiñónez de Cedeño,
modista, asidua lectora de Tomás del Pelo, Guayaquil
Fuente: http://www.eluniverso.com/2012/11/03/1/1366/un-filosofo-humor-II.html
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