¿Lo vieron a Rafael Correa con los empresarios? Yo no sabía dónde meterme; sentí vergüenza ajena. El Primer Mandatario parecía Magdalena arrepentida cuando les dijo a algunos de los mayores capitalistas del Ecuador que nunca los había llamado pelucones, que siempre les ha tenido simpatía y que mejor hicieran las paces. Así era José Stalin. Un día, Franklin Roosevelt era la perversa representación del capitalismo; al siguiente, la imagen viva de la democracia. Ayer, Hitler era un tirano; hoy, un tierno amigo. Así, pues, el Presidente aseguró en la reunión que ahora quiere llevarse bien con los pelucones. No reconoció que el verdadero motivo es que su régimen se resquebraja y tiene que apuntalarlo. Fue directo al grano y con absoluto pragmatismo mercantil preguntó: cuánto quieren para que olvidemos todo lo que les dije. Para llevar adelante esta nueva política no le vendrá mal el apoyo de empresarios como Roberto Goldbaum, que permaneció a su derecha todo el tiempo. Como recordarán, Goldbaum financió la campaña de Abdalá Bucaram e integró su gobierno en el área económica junto a Roberto Isaías y Álvaro Noboa. Ya para entonces, seguramente, creía en el socialismo del siglo XXI y me imagino que se las ingenió para introducirlo en las políticas oficiales porque vean el caos que armó el loco que ama con su asesoramiento. De la mano de esta clase de empresarios, Correa podrá dar marcha atrás en su política agresiva. A partir de ahora, y por un tiempo, querrá ser un buen chico, apurando el referéndum para evitar que gane el “no”. Para eso anunció el sábado que iniciaba la campaña por el “sí”. El detalle es que se olvidó de que la nueva Constitución todavía no existe. Una de las comisiones recién acaba de establecer el primer concepto jurídico. ¿Saben cuál es? Que el acceso al agua es un derecho de todos. De allí no han pasado. No conocemos ni el artículo uno del texto por el cual nos dicen que votemos sí. De tal modo que le toca a los alzamanos, como Virgilio Hernández, la ingrata tarea de explicar, como hizo en Ecuavisa, que el “sí” que Correa promociona no es para apoyar un texto constitucional, sino para expresar confianza en el trabajo de los asambleístas de Alianza PAIS, que ha permitido logros extraordinarios como este de descubrir que el agua es un derecho. Seguramente la papeleta de la próxima consulta no nos preguntará entonces si nos gusta la nueva Constitución, sino si adherimos a la nueva religión y a su nuevo Papa. Como dice la propaganda oficial “confía en tu gobierno”. No estoy muy seguro de que esta estrategia tenga éxito. Uno de los síntomas que caracterizan la decadencia de un régimen es que pierde la brújula y se desorienta, como le está ocurriendo a éste. Fíjense en lo que sucedió con el Mandato 2; a los pocos días descubrieron que debían corregirlo. Es casi inevitable que uno se confunda cuando recibe muchos golpes. El problema es que eso conduce a nuevos errores y, por tanto, nuevas derrotas. Pasa en el fútbol, pasa en el boxeo, y pasa también en la vida real y la política. Lo que ocurre es que Correa recién comienza a enterarse.
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